Cuando se despertó,
no recordaba nada
de la noche anterior,
"demasiadas cervezas",
dijo, al ver mi cabeza,
al lado de la suya,
en la almohada...
--
y la besé otra vez,
pero ya no era ayer,
sino mañana.
Y un insolente sol,
como un ladrón,
entró por la ventana.
--
El día que llegó
tenía ojeras malvas
y barro en el tacón,
desnudos, pero extraños,
nos vio,
roto el engaño
de la noche,
la cruda luz del alba.
--
Era la hora de huir
y se fue, sin decir:
"llámame un día".
Desde el balcón, la vi
perderse, en el trajín
de la Gran Vía.
--
Y la vida siguió,
como siguen las cosas
que no tienen mucho sentido,
una vez me contó,
un amigo común,
que la vio donde habita el olvido.
--
La pupila archivó
un semáforo rojo,
una mochila, un peugeot
y aquellos ojos miopes
y la sangre al galope
por mis venas
y una nube de arena
dentro del corazón
y esta racha de amor
sin apetito.
Los besos que perdí,
por no saber decir:
"te necesito".
(Joaquin Sabina, del album : 19 dias y 500 noches)
No hay comentarios:
Publicar un comentario