No diga congelar el salario mínimo, diga “mejorar la competitividad”.
No diga violencia machista, diga “violencia en el entorno familiar”.
No diga recesión, diga “tasa negativa de crecimiento económico”.
No diga copago ni mucho menos repago: es un necesario “ticket moderador”.
No diga recortes, diga “reformas”.
No diga abaratar el despido, diga “flexibilizar el mercado laboral”.
No los llame patronal o empresarios, llámelos “emprendedores”.
No critique las rebajas fiscales a los más ricos, son “ayudas a los ahorradores”.
No cuestione un gabinete de puerta giratoria, con los lobbies en el Consejo de Ministros: alabe su preparación empresarial.
No hable de Estado aconfesional, elogie a dios como “legislador del universo”.
No lo llame matrimonio, que las peras son peras, las manzanas son manzanas y la mujer-mujer es alcaldesa de Madrid.
No diga Educación para la ciudadanía, diga mejor religión.
No lo llame subida de impuestos: es un “recargo temporal de solidaridad”
Y deje de culpar al Gobierno del paro, de la situación económica o de la lluvia, que eso es cosa del pasado: ahora es culpa de la “herencia recibida” de la “hemorragia de la deuda”, de la “coyuntura económica general” y de la “crisis internacional”.
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